El síndrome metabólico es una entidad clínica crónica, caracterizada por un grupo de factores de riesgo que implican un problema mundial en la salud pública1; es un trastorno metabólico con incidencia importante, directamente relacionado con enfermedades crónicas no transmisibles que causan gran morbimortalidad y que incluye obesidad de distribución central, elevación de los triglicéridos, dislipidemia aterogénica, hiperglucemia e hipertensión arterial2, acompañado de estados protrombóticos (aumento de fibrinógeno, factor VII, incremento del inhibidor – 1 del activador del plasminógeno tisular, alteraciones plaquetarias y daño endotelial) y periodos proinflamatorios determinados por elevaciones de citocinas y reactantes de fase aguda (proteína C reactiva)3 que favorecen la aparición de diabetes mellitus tipo 2 y enfermedad cardiovascular4.
Con relación a los aspectos históricos de este síndrome, en 1923 Kylin describió la asociación entre hiperglucemia, hipertensión arterial y gota5. En 1956, Vague relacionó la obesidad androide, la hiperuricemia y el riesgo cardiovascular; en 1988, Reaven reportó esta entidad como la alteración de la tolerancia a la glucosa, hipertensión e hipertrigliceridemia junto con el déficit de HDL, que ocasiona mayor morbimortalidad, a lo que denominó “síndrome X”6, y también ha recibido nombres como síndrome de resistencia a la insulina, síndrome plurimetabólico, cuarteto de la muerte y síndrome dismetabólico cardiovascular; a partir de 1998, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo denomina síndrome metabólico7.
Según los datos epidemiológicos, alrededor del mundo se han establecido diferentes prevalencias que dependen de los criterios utilizados para su diagnóstico, como es el caso del estudio Cardiovascular Risk Factor Multiple Evaluation in Latin America (CARMELA) realizado en el año 2008 que evaluaba el riesgo cardiovascular en varias ciudades de América Latina, identificando la tasa más alta de síndrome metabólico en personas con edades entre los 26 y 64 años. Al considerar la definición del National Cholesterol Education Program Adult Treatment Panel III (ATP III)8, encontraron en Ciudad de México una prevalencia de síndrome metabólico del 27 %, en Barquisimeto del 26 %, en Santiago de Chile del 21 %, en Bogotá del 20 %, en Lima del 18 %, en Buenos Aires del 17 % y, finalmente, en Quito del 14 %9. Entretanto, en Europa se observaron prevalencias del 15,7 % en hombres y del 14,2 % en mujeres. Por otra parte, en Estados Unidos la prevalencia es de un 23,4 % 10. Las investigaciones en la población colombiana han demostrado prevalencias de un 39 %11.
Se ha intentado diagnosticar el síndrome metabólico según diferentes consensos, organizaciones o grupos científicos internacionales que han emitido diversos criterios de diagnóstico, entre los que se destacan el Programa Nacional de Educación en Colesterol – Adult Treatment Panel III (NCEP- ATP III), la Organización Mundial de la Salud, la Federación Internacional de Diabetes y el Grupo Europeo de Estudio de Resistencia a la Insulina (EGIR), entre otros12. Estos criterios diagnósticos varían según los autores y los comités de expertos, que intentan agrupar varios factores de riesgo basados en evidencia aplicable5.
De acuerdo con lo anterior, esta revisión tuvo como objetivo la comparación entre los principales criterios de diagnóstico usados en la actualidad para el diagnóstico del síndrome metabólico.